Éramos
dos
soledades
en
busca de consuelo.
Fuimos
en medio
del
verano
deseo
y amor,
cuerpos
desnudos
devorándose,
desesperados
de soledades.
Nada
más.
No
hubo
promesas
ni eternidades,
fue
solo un volar de cielo en cielo.
Un
aletear de pasiones.
Sus
pecas
se
quedaron enamoradas
en
mi cuerpo.
Mis
besos
florecieron
en su piel.
Nos
acariciamos
hasta
que las ausencias
nos
dejaron,
y
ya no hubo tristezas
ni
ayer ni mañana.
Fuimos
una
tregua
en
medio de nuestras vidas,
amor
de desesperados,
como
un cometa
que
pasa veloz y desaparece.
Fueron
tres días de julio
con
una mujer
que
me amó tanto
que
hizo de mi otoño primavera.