Traspasé
la
luz y la oscuridad,
me
lancé a las sombras
de
tu alma con mi alma en carne viva
y
volví con esa otra tú
que
nadie conoce,
la
sensible, la triste, la adolorida
y
la también alegre y esperanzada,
la
tú que se emociona con cada nuevo día
a
pesar de la soledad.
Conociste
ese yo
que
tiembla de dicha ante la belleza,
ante
ti,
ese
que está solo
y
que lleva la tristeza en él,
que
es feliz con tu presencia,
en
la piel dulce de tus sueños.
Traspasamos
la
luz y la oscuridad
y
nos reconocimos en lo que somos,
dos
seres
que
en la inmensa soledad de la vida
se
aman.